domingo, 28 de noviembre de 2010

El mejor de todos

Por Diego Martínez

Trabajé para Horacio casi diez años. Pese a su nula vocación pedagógica, fue la mejor escuela de periodismo que conocí. Me han preguntado con tono de misterio por sus métodos y “equipos”. Cafetera express, sí. Mate y termo de vez en cuando. Asistente para tareas menores, trabajos de hormiga, filtro de pesados. Buenos amigos, por supuesto.

El método puede ser frustrante. Trabajar hasta el cansancio. Leer todo. Desmenuzar la letra chica. Procesar la información. Barrer la hojarasca. Guardar la esencia, el color mínimo. Fichar datos duros. Alimentar el archivo cada día. No depender de buscadores. Profundizar con los mejores (nulo trato con periodistas). Estudiar a fondo. Publicar la punta del iceberg. Pulir el texto en patas, con Coltrane o Ellington. Mechar guiños para mostrar que lo arduo no quita lo placentero.

Maestro de selección de blancos, sabe estar siempre en el lugar indicado. ANCLA y el primer informe de la ESMA durante el terrorismo de Estado. Ezeiza para recordar cómo empezó todo. Las crónicas del juicio a los ex comandantes (joya que nunca se editó como libro) para hacer oír a las víctimas. Civiles y Militares para entender la degradación de Alfonsín. Robo para la Corona y Hacer la Corte para desnudar al menenemato. Pernías, Rolón y los vuelos del capitán Scilingo para quebrar la impunidad. Las miserias del cardenal para ahorrarnos la desgracia de un papa argentino. Y cuando el kirchnerismo permitió algo de relajamiento, cayó en desgracia la santa madre: procesó los archivos de la Conferencia Episcopal y dejó una obra de consulta obligada por el resto de los días.

Perro raro, con sesenta largos escribe cada año más que el anterior. Impone agenda. Fabrica trincheras. Ladra, muerde y no larga a los salvajes, gruñe y muestra los dientes para disuadir a enemigos menores. Cierra la puerta, sonríe y guiña el ojo. Sin dudas, el mejor de todos.

Para escuchar las poesías rescatadas

UN AUDIOVISUAL CON LOS POEMAS DEL DESAPARECIDO ALEJANDRO MARTIN ALMEIDA

Alfredo Alcón, Joan Manuel Serrat, Raúl Rizzo e Ismael Serrano, entre otros, recitan las poesías que la madre de Alejandro, Taty Almeida, encontró y guardó luego de la desaparición de su hijo. El CD se presentará mañana.

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Taty Almeida no conoció la veta artística de su hijo hasta un día después del secuestro.

Publicado (sin firma) en PáginaI12.

Che patrón,
no trates de conformar
al peón
con un vino o un sifón.
Che patrón,
este obrero tiene hijos
que no comen como vos.
¡Ah! Patrón,
respetá a la clase obrera,
no pienses que ahí está
para hacerle lo que quieras.

Arturo Bonín gesticula, se compenetra, mira al patrón donde está el micrófono y recita con voz ronca.


Oye obrera, oye obrero
deténgalos de chiquitos
que ya cuando grandecitos
se parecen a los perreros.

La imagen del actor deja lugar al dibujo de un obrero sonriente mientras estampa una patada ahí donde muere la espalda del patrón, que levanta vuelo. El texto lo escribió Alejandro Martín Almeida, militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, desaparecido a los veinte años, el 17 de junio de 1975. Taty Almeida no conoció la veta artística de su hijo hasta un día después del secuestro, cuando encontró su agenda telefónica y, en las últimas páginas, 24 poesías manuscritas, incluida la despedida a su mamá, con cinco meses de anticipación. En 2008 se editaron en formato de libro, mechadas con textos de familiares, amigos y compañeros de lucha. La novedad de estos días, homenaje al militante y mimo a la dirigente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, es un audiovisual dirigido por Pascual Guido Spinelli (Colectivo Cultural Entreletras) en el que actores, escritores y músicos recitan los poemas. Se presentará mañana a las 19 en la Sala de Representantes de la Manzana de las Luces, Perú 272.

Veinte años le alcanzaron a Alejandro Almeida para escribir sobre el amor, la muerte, la amistad, el compromiso militante, la represión, los hombres grises, los masacrados en Trelew y hasta el samba de las favelas de Río de Janeiro. Recitaba los sábados por la mañana al pie de la cama del cuarto de la pensión que compartían Ernesto “el Boliviano” y Pedro “el Brasileño”, que luego haría macumbas sin suerte para que su amigo reapareciera. Si la sola lectura de los textos reunidos en Alejandro por siempre... amor dejaban al descubierto la combinación de sensibilidad y compromiso del poeta-militante, las voces de Alfredo Alcón, Joan Manuel Serrat, Raúl Rizzo o Ismael Serrano acompañadas de música e ilustraciones cuidadas, acordes a cada poema, las elevan a un nivel de excelencia.

“La idea original surgió tras la presentación del libro. Fuimos a tomar algo y Nora Anchart propuso hacer un CD en el que gente amiga lea y grabe las 24 poesías de Alejo”, explica Taty Almeida. “Entonces empecé a llamar a gente querida, porque pueden ser muy importantes pero si no los quiero... si no es recíproco no me sirve –confiesa–. Y la respuesta fue conmovedora: llamé a 24 personas amigas y apenas les decía el motivo, inmediatamente (respondían con) un ‘por supuesto’ Taty’”.

De caminar un verano por las favelas de Río e intimar con sus habitantes, concluyó Alejandro que “el samba es un llanto más/ de esa gente que no come./ Los ricos quieren robarlo/ pero no pueden./ El samba queda en la favela/ y los negros mueren”, recita Alfredo Alcón mientras se suceden fotos de negros sonrientes con tambores, y Toquinho y Chico Buarque cantan “Samba para Vinicius”.

A cuarenta años de asistir al primer recital de Joan Manuel Serrat en la Argentina, siempre con su credencial de Télam, donde oficiaba de cadete, el propio catalán lee la conmovedora despedida de Alejandro a Taty:

“Si la muerte
me sorprende
lejos de tu vientre,
porque para vos
los tres seguimos en él,
si me sorprende
lejos de tus caricias
que tanto me hacen falta,
si la muerte
me abrazara fuerte
como recompensa
por haber querido
la libertad,
y tus abrazos entonces
sólo envuelven recuerdos,
llantos y consejos
que no quise seguir,
quisiera decirte mamá
que parte de lo que fui
lo vas a encontrar
en mis compañeros.
La cita de control,
la última,
se la llevaron ellos,
los caídos, nuestros caídos,
mi control, nuestro control
está en el cielo,
y nos está esperando.
Si la muerte me sorprende
de esta forma tan amarga,
pero honesta,
si no me da tiempo
a un último grito
desesperado y sincero,
dejaré el aliento
el último aliento,
para decir te quiero.

Luego la sonrisa gigante de Taty Almeida, orgullosa del hijo que la llamaba “gorilita de mierda” pero con 35 años de lucha encima (30 junto a las Madres), y el graffiti que es marca registrada de los Hijos en cada juicio por los miles de Alejandros: “Lo imposible sólo tarda un poco más”.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo"

AMENAZARON DE MUERTE A CLAUDIO OROSZ, DE H.I.J.O.S. CORDOBA

La misiva, que llegó a la casa del padre del abogado, califica a los destinatarios de “judíos bastardos y mal nacidos”, incluye una foto de Adolf Hitler haciendo el saludo nazi y la promesa de que “tío Adi les hará justicia”

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“Como dice Liliana Felipe: ‘Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo’”, señaló Claudio Orosz.

Publicado (sin firma) en PáginaI12.

A una semana del inicio de los alegatos en el juicio a Videla, Menéndez y otros 29 represores, cobardes escudados en el anonimato amenazaron de muerte por vía postal Claudio Orosz, abogado de H.I.J.O.S. y de Familiares regional Córdoba. La misiva en letra mayúscula califica a los destinatarios de “Judíos bastardos y mal nacidos”, incluye una foto de Adolf Hitler haciendo el saludo nazi y la promesa de que “Tío Adi les hará justicia”. Orosz radicó la denuncia ante el fiscal Gustavo Vidal Lascano, que ordenó reforzar su seguridad. “Lo único que lograron es que hoy trabajáramos más horas de lo habitual –confió Orosz a Página/12–. Como dice Liliana Felipe: ‘Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo’.”

Luego de dos juicios ejemplares, con amplia participación de la sociedad civil, los organismos de Córdoba viven desde julio un proceso histórico, con Menéndez en busca de su quinta condena, Videla en el banquillo tras un cuarto de siglo y el mayor número de imputados (31) desde la reapertura de las causas. Los mensajes de los represores variaron según las épocas. En 1984, cuando presentaron la primera denuncia por crímenes en La Perla, Emilio Mignone (CELS) y Adolfo Pérez Esquivel (Serpaj) apuntaron que “un grupo de criminales siniestros” que incluía a Menéndez & Bussi urdía un plan para desestabilizar al gobierno. En mayo de 1986, mientras los organismos luchaban por acelerar los procesos y los militares por una amnistía, la policía encontró un obús relleno de trotyl en el camino que debía recorrer Alfonsín, de visita en el Tercer Cuerpo. En abril de 1987, al autoacuartelarse en el Regimiento de Infantería 14 de La Calera, el mayor Ernesto Barreiro encendió la mecha que terminaría de detonar Aldo Rico en Campo de Mayo y que derivaría en la Ley de Obediencia Debida.

En 2006, reabiertas las causas, el periodista Mariano Saravia, autor de un libro sobre el Departamento de Informaciones (D2) de la policía, recibió un correo electrónico dirigido a Orosz. Un supuesto ex policía contaba que lo habían contratado para asesinar al abogado y apuntaba datos precisos de direcciones, teléfonos y movimientos. A la semana fue amenazada de muerte la fiscal Graciela López de Filoñuk. El año pasado, durante el segundo juicio, el presidente del tribunal, Jaime Díaz Gavier, recibió en su casa una amenaza de muerte contra él y sus hijos.

El 5 de julio un “alienado mental” llamó al padre de Orosz. “Menéndez debió haber matado a 30 mil más, entre ellos a su hijo. Tendría que estar viendo crecer las margaritas desde abajo”, le dijo. La Justicia rastreó el llamado y dio con un ingeniero de Carlos Paz de apellido Sonzini Astudillo, empleado de un instituto de la Fuerza Aérea. Imputado por amenazas agravadas, fue excarcelado por el juez Ricardo Bustos Fierro.

El padre de Orosz recibió ayer un sobre papel madera, sin remitente, enviado a la “Flia. Orosz”. En el interior, una hoja blanca y una leyenda escrita con computadora: “Judíos bastardos y mal nacidos; tío Adi les hará justicia. Nunca se preguntaron de cómo era el olor del horno o de la carne podrida???”. Al lado, la foto de Hitler. “Me molesta que las manden a lo de mi viejo –explicó Orosz–. Es obvio que apuntan a amedrentarnos pues el 18 comenzamos los alegatos contra nuestro Hitler criollo (Videla) y nuestro propio Goebbels, llamado Luciano Benjamín Menéndez.”

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mi marino favorito

EL DIARIO LA NUEVA PROVINCIA DESPIDIO CON ELOGIOS AL DICTADOR EMILIO EDUARDO MASSERA

El diario aseguró que el máximo responsable de los crímenes de la ESMA “demostró un espíritu abierto a la reconciliación y ajeno a todo sectarismo, que lo honra”. Vicente Massot, director del medio, fue visitante de la ESMA y viceministro de Carlos Menem.

Publicado (sin firma) en PáginaI12.

Emilio Eduardo Massera “demostró un espíritu abierto a la reconciliación y ajeno a todo sectarismo, que lo honra”. Su muerte despertó “la ira de quienes no saben perdonar y el odio de los que no pueden olvidar”. El elogio a la honorabilidad de uno de los mayores iconos del terrorismo de Estado y la crítica solapada a millones de personas que en todo el mundo lo despreciarán hasta el final de los días por golpista y asesino cerraron la necrológica que le dedicó ayer el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca. El artículo, que circuló por redes sociales y cosechó muestras de rechazo generalizadas, refleja la línea editorial histórica del diario de la familia Massot, portavoz de la Armada y de los sectores integristas de la Iglesia Católica, que aplaudió todos los golpes de Estado de la segunda mitad del siglo pasado y que aún se permite dudar si estuvo “bien o mal aplicar los métodos antiterroristas” que convirtieron a la Argentina en símbolo universal de la desaparición forzada de personas. Como conocen los lectores de Página/12, se trata también del diario donde trabajaban los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, delegados gremiales secuestrados, torturados y fusilados en 1976 luego de enfrentar durante años a la patronal de La Nueva Provincia, que dio la noticia en veinte líneas y nunca rindió cuentas ante el Poder Judicial.

El almirante

“Falleció el almirante Massera”, provocó La Nueva Provincia desde el título, simulando ignorar que había perdido su condición de marino luego de la condena a prisión perpetua en el juicio a los ex comandantes de 1985. En la nota sin firma se reconoce la pluma del director Vicente Massot, visitante de la ESMA en plena dictadura y ex viceministro de Defensa de Carlos Menem, cargo al que debió renunciar luego de reivindicar la tortura.

La semblanza recorre las internas navales, destaca las “dotes de negociador y conductor político” de Massera y la división que sus ambiciones personales provocaron en la Armada. Junto con Isaac Rojas fueron los dos únicos almirantes que durante el siglo XX “despertaron pasiones encendidas a favor o en contra, poco importa” para el editorialista. Massera “tuvo especial protagonismo a partir del pronunciamiento militar (sic) del 24 de marzo de 1976”, aunque “no fue la mezcla de Maquiavelo y asesino serial que han pintado sus enemigos, tan feroces a la hora de enjuiciarlo con la pluma como lo habían enfrentado antes en esa tremenda guerra civil (sic) en la cual ellos llevaron la peor parte”, que Massot nunca se dignó a contar en sus páginas.

Recuerda La Nueva Provincia que Massera “tuvo la descomunal y trágica potestad a la vez de ser –junto a los otros miembros de la Junta de Comandantes– dueño de la vida y de la muerte de las personas, algo que ni siquiera Rosas en el siglo XIX y tampoco Perón en el siguiente tuvieron en esa escala”. “A veces ese poder se usó mal”, admite Massot. No especifica si refiere a cuando robaban criaturas, cuando arrojaban monjas y Madres de Plaza de Mayo desde aviones en vuelo o sólo cuando torturaban y mataban. Luego justifica una vez más el genocidio criminalizando a las víctimas: “Todas las formas de guerra irregular terminan de la misma manera: al terror se le opone el contraterror”.

Igual que en 1993, cuando como funcionario del presidente Carlos Menem defendió los ascensos de los capitanes Antonio Pernías y Juan Carlos Rolón (entonces impunes, hoy a punto de recibir su primera condena), Massot se permitió dudar sobre la legitimidad del Estado para secuestrar, torturar, matar y desaparecer personas. “Si hicieron bien o mal en aplicar los métodos antiterroristas por todos conocidos es algo que seguirá siendo materia de discusión por espacio de décadas”, aseguró ayer La Nueva Provincia, que nunca publicó con qué interlocutores debate el tema. Luego, una vez más, el aplauso: “El flagelo subversivo fue cortado de raíz, ahorrándole males inimaginables al país”. La crítica a la dictadura se limita a “las rencillas absurdas entre los miembros de la primera junta y la incapacidad para acometer los cambios de fondo que la Nación pedía a gritos”.

Claro y preciso

El interlocutor naval de confianza de la directora de La Nueva Provincia durante la dictadura, Diana Julio de Massot, no era Massera, sino el contraalmirante Luis María Mendía, el mismo que informó a 900 oficiales en el cine de la base de Puerto Belgrano sobre la “muerte cristiana” desde las alturas que iban a aplicar las tres Fuerzas Armadas. Diez meses antes del golpe de Estado, sin embargo, el diario ya celebraba el trabajo sucio de la Armada y elogiaba en sus páginas las arengas de Massera, designado al frente de su fuerza por Juan Domingo Perón.

“La Armada vive en guerra y participa con la energía y decisión clásicas de su patrimonio histórico”, afirmó Massera en la base Puerto Belgrano, el Día de la Armada, al lado de la presidenta Isabel Perón y su gabinete. Con las tribunas del estadio repletas, el marino habló aquella tarde sobre su vocación democrática, su convicción sobre “la libertad individual como bien más preciado inherente a la naturaleza humana”, pero diferenció a “los subversivos” y aseguró que la Marina estaba “segura en fuerza y en derechos para enfrentarlos y destruirlos” (LNP 17.5.75).

Fue “una de las más claras y precisas manifestaciones castrenses sobre el sentido del proceso que el país protagoniza y el rol que las Fuerzas Armadas deben cumplir”, lo elogió el mismo día La Nueva Provincia, y reafirmó: “No se trata de comprometerse con la letra fría de la Carta Magna, sino de solidarizarse con lo que ella consagra para el bienestar de la familiar argentina”. En noviembre, mientras se orquestaba el asalto al poder, Massera contaba al periodismo local que “ya hace tiempo que la Armada está actuando contra la subversión”, aunque “en una forma más silenciosa” que el Ejército (LNP 20.11.75).

El 24 de marzo, en un editorial titulado “Refundar la Patria”, la dirección del diario sostuvo que “la Argentina es una nación occidental y cristiana”, enumeró como enemigos “al aparato subversivo, el ‘sacerdocio’ tercermundista, la corrupción sindical, los partidos políticos”, entre otros, y encomendó “destruirlos allí donde se encuentren, sabiendo que sobre la sangre redentora debe alzarse la segunda república”.

Seis meses después, mientras el secretario de redacción Mario Gabrielli publicaba fotos junto a Massera y paseaba en la fragata Libertad por Europa, La Nueva Provincia le dedicó al hombre fuerte de la ESMA un editorial repleto de elogios. Su discurso “contiene los fundamentos de un anhelo que es común a la ciudadanía”, aseguró. Destacó uno en particular: “aniquilar a la subversión, tanto si empuña un arma como si distribuye un panfleto o miente y desvirtúa para confundir” (“El almirante Massera y la realidad”, LNP, editorial, 19.9.76).

sábado, 6 de noviembre de 2010

Amparada por la justicia


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El hall de la Universidad de La Pampa, donde irrumpió Guiñazú Mariani.

Publicado (sin firma) en PáginaI12

Reivindicar el terrorismo de Estado y gritar que los desaparecidos “están todos bien muertos” en el hall de una universidad pública no es hacer apología del crimen, sino ejercer el derecho a expresar ideas libremente. El razonamiento lo formularon Angel Alberto Argañaraz y Augusto Enrique Fernández, jueces de la Cámara Federal de Bahía Blanca, al revocar el procesamiento de la abogada María Antonieta Guiñazú Mariani, profesora de Derecho en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa.

El episodio ocurrió el 23 de marzo de 2009, mientras empleados del Concejo Deliberante de Santa Rosa instalaban una muestra de fotos de desaparecidos pampeanos. La señora se acercó, dijo que “la verdad hay que contarla completa” y calificó a las víctimas de “asesinos, guerrilleros y ponebombas”. Ante la reacción, insultos incluidos, gritó que “la dictadura estuvo bien”, que “tendría que volver”, y manifestó su convicción de que los desaparecidos “están todos bien muertos”. Al día siguiente volvió para arrancar las fotos. Pudo romper sólo dos porque el sereno se interpuso y logró calmarla.

La denuncia judicial contra Guiñazú Mariani la formuló Leonardo Avendaño, uno de los empleados que respondió a la provocación. Otros tres salieron de testigos. Luego se sumaron la Secretaría de Derechos Humanos de La Pampa y de la Nación. En primera instancia, un juez federal procesó a la mujer por apología del crimen y daño calificado. Destacó que la reivindicación de la dictadura no se limitó a “una mera defensa verbal”, sino que incluyó “actos físicos concretos”, como “romper las fotografías”.

Ante la apelación, intervino la Cámara. Argañaraz enmarcó el exabrupto en “la conocida discusión sobre la teoría de ‘los dos demonios’”. Sostuvo que el comportamiento es “censurable” pero no delictivo porque no afecta “la tranquilidad pública” ni tiende a “debilitar el sentido moral de la sociedad”. Consideró que entre quienes instalaban el memorial y la señora que reivindica las muertes existen sólo “diferencias de posición”. Son “opiniones distintas sujetas a discusión, aunque una de ellas no fuera reconocida por el gobierno democrático actual”.

Ricardo Planes votó en disidencia. Destacó que los jueces no son “comisarios de opiniones”, consideró que reivindicar que “la dictadura estuvo bien” se enmarca en la libertad de expresión y en todo caso podría tener “consecuencias académicas” (el juicio académico está en veremos porque el procedimiento no está regulado en la universidad pampeana). Planes fijó un límite en la frase “están bien muertos”. Desde el juicio a los ex comandantes se probó “una conducta criminal desplegada de modo colectivo a connacionales”, recordó, y concluyó que “el elogio o exaltación” de los delitos concretos, para peor “haciendo elogio de la crueldad”, constituye apología del crimen.

Fernández adhirió al voto de Argañaraz, victimizó a la profesora al situarla entre las “minorías disidentes especialmente desprotegidas frente a la natural tendencia de las mayorías a silenciar al que ataca” y calificó la justificación de los crímenes como “una idea”. “Si una idea ofende, escandaliza o irrita, la solución no es silenciar a quien la predica, sino tratar de persuadirlo de que está equivocado”, sostuvo. Agregó que la apología del crimen “requiere la difusión”, que para el juez no existió en el caso de Guiñazú Mariani, pues sólo se expresó en una discusión privada ante tres testigos. Sobre arrancar fotos de desaparecidos, los tres jueces coincidieron: destacaron “falta de precisión” del sereno y ordenaron repreguntarle: “¿En qué consiste la rotura de las fotografías?”.