jueves, 8 de diciembre de 2011

Una resistencia que cumplió 31 vueltas


La consigna central fue “Toda la verdad, toda la justicia”. Hubo un reconocimiento a los juicios y también distintos reclamos, como la investigación de los cómplices civiles y la libertad de Karina Germano.

Por Diego Martínez
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Los organismos de derechos humanos llevaron la bandera con las caras de víctimas de la dictadura.
Con la exigencia de “toda la verdad, toda la justicia” como consigna central, el reconocimiento por los 264 represores condenados y más de 800 procesados, pero también con reclamos históricos como el juicio a los cómplices civiles del terrorismo de Estado más un amplio abanico de cuentas pendientes de distintas épocas, desde la “aparición con vida de Jorge Julio López” o la exigencia de que las cárceles “dejen de ser centros de tortura y muerte” hasta los recientes asesinatos de militantes campesinos en el norte del país, organismos de derechos humanos realizaron ayer en Plaza de Mayo su histórica Marcha de la Resistencia.
La 31ª edición de la caminata en torno de la Pirámide que Madres y Abuelas realizan cada diciembre desde 1981 fue convocada este año por ambas agrupaciones (en el caso de Madres por la Línea Fundadora, ya que la asociación de Hebe de Bonafini tomó distancia en 2006 al considerar que “ya no tenemos un enemigo en la Casa Rosada”), más Hijos, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, y Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia.
A la imagen de los organismos de derechos humanos portando su bandera con rostros de víctimas de la dictadura se agregaron postales menos imponentes, pero no menos significativas: fotos de los tres hombres jujeños asesinados en julio durante el desalojo del predio del Ingenio Ledesma, de Nora Cortiñas recordando que “Ledesma mata” desde la leyenda de un barbijo, imágenes del pibe Luciano Arruga, “desaparecido en democracia” en manos de la Policía Bonaerense, carteles de reclamos de justicia por los asesinatos de Cristian Ferreyra, militante del Mocase-Vía Campesina de Santiago del Estero, y también por las muertes de Mario y Roberto López, “hermanos Qom asesinados por los sicarios de Insfrán”, en referencia al gobernador formoseño Gildo Insfrán.
A las seis de la tarde, mientras un turista desconcertado indagaba el motivo del encuentro y desde el escenario sonaban los “tambores en lucha” de La Chilinga, habitués de las convocatorias de los organismos, en torno de la pirámide eran escasos los familiares caminando con las fotos en blanco y negro de sus seres queridos, y numerosas las banderas de pibes de La Cámpora, Nuevo Encuentro y la CTA, entre otras agrupaciones.
Una consigna distintiva este fue año fue el pedido de “libertad de Karina Germano”, militante de Hijos en sus comienzos, quien cumple desde 2006 en la Argentina una condena por un secuestro en Brasil. La Galle Germano, en el penal de Ezeiza, recordó desde una grabación que fue extraditada con la ayuda del ex presidente Néstor Kirchner, que fue “víctima de fiscales y jueces cómplices de la dictadura, quienes por mi condición de Hija me quitaron todos los derechos”, y que desde hace cinco años pide sin suerte acceder a salidas transitorias. “El pedido se encuentra en manos de la Corte Suprema de Justicia”, recordó.
“La marcha significa hoy seguir reclamando toda la verdad y toda la justicia”, enfatizó Martín Fraga, de Hijos. “Se logró mucho, pero también faltan muchos juicios, falta juzgar a empresarios cómplices como los Blaquier o los de Mercedes Benz, a la Triple A y a la CNU; falta abrir los archivos de la Secretaría de Inteligencia, de la Policía Federal y de las policías provinciales, falta encontrar a 400 nietos y también trabajar para que no haya más muertes como las de Ferreyra, del Mocase santiagueño, y también el del Partido Obrero”, destacó.
Mientras en el escenario los pibes de Jahmila dedicaban el Bella Ciao de los partisanos italianos “a la resistencia de los pueblos indígenas”, militantes que se distanciaron de los organismos de derechos humanos más cercanos al kirchnerismo enumeraban reclamos que quisieran escuchar con más fuerza. “Hace cinco o diez años pedíamos para que no reprimieran a los pueblos originarios y no corrieran a los campesinos de sus tierras. Algunos quieren creer hoy que eso ya no existe”, lamentan. “La marcha sigue teniendo el mismo significado que hace 30 años: resistir contra la impunidad. Claro que hubo cambios, pero la impunidad pasa hoy por tener más de cuatro mil procesados por protestas sociales mientras los represores procesados apenas pasan de 800”, apunta Nora López Pomé, presidenta de la Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos.
Los organismos celebraron en el documento consensuado el avance de las causas contra “la corporación judicial”, reclamaron celeridad y cárcel común a los represores, pero también “consolidar un proyecto social de inclusión en todos los niveles”. “No podemos seguir permitiendo que los empresarios y sus cómplices en los distintos poderes avancen sobre las tierras y los pobladores originarios”, advirtieron.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Tucumán: tercera condena simbólica al Tuerto Albornoz


Por Diego Martínez
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Roberto Heriberto Albornoz fue jefe del Servicio de Informaciones Confidenciales de la policía de Tucumán.
Roberto Heriberto Albornoz, alias Tuerto, ex jefe del Servicio de Informaciones Confidenciales (SIC) de la policía de Tucumán durante la dictadura, fue condenado ayer a la pena de prisión perpetua por el secuestro y homicidio de los militantes montoneros Juan Carlos Aguirre y Margarita Susana Azize Weiss de Tello en 1976. Tanto familiares de las víctimas como organismos de derechos humanos y el fiscal Leopoldo Peralta Palma celebraron el fallo, pero repudiaron el beneficio de la prisión domiciliaria para Albornoz, que acumula tres condenas. “Sentimos un profundo desagrado por el arresto domiciliario, ya que se trata de un ser perverso que estará muy cómodo en su casa mientras nuestros hijos no están con no-sotros”, resumió Sara Mrad, de Madres de Plaza de Mayo de Tucumán.
Carlos Tello y su esposa Margarita vivían en Mendoza pero, perseguidos por la Triple A, se radicaron en Tucumán. El operativo fue el 12 de julio de 1976. “Azizita”, como le decía su familia, llegó a su casa con su hija Mariana Eva, de nueve meses. “Cuando vio el operativo del Ejército y la policía, mi madre empezó a retroceder tratando de protegerme y fue inmediatamente acribillada por ráfagas de ametralladora”, declaró la semana pasada Mariana, que estuvo dos meses secuestrada y que hace quince años milita en Hijos Córdoba. Tello llegó a la casa a la noche, pudo burlar a la policía y sobrevivió “durmiendo en cualquier parte”, recordó a su turno. Por gestiones de su suegro, diez días después pudieron recuperar el cuerpo de Margarita, que fue enterrado en Jujuy.
El correntino Aguirre, militante peronista surgido de grupos católicos, maestro, padre de cuatro hijos, estaba en la casa de Tello y fue secuestrado con otros militantes. Una vecina vio cuando los cargaban en un camión, encapuchados. Sus restos fueron identificados 33 años después por el Equipo Argentino de Antropología Forense y en febrero de 2010 fueron inhumados en su ciudad, Goya. Su hija Liliana, jueza civil y comercial de Goya, recordó al declarar que “después de la muerte de papá, en casa nunca más se lo nombró hasta la vuelta de la democracia”. La noticia de la muerte fue en realidad un comunicado del Tercer Cuerpo de Ejército sobre un “enfrentamiento” en el que “cayeron abatidos los subversivos”.
Ayer a las diez de la mañana el Tribunal Oral Federal de Tucumán invitó a Albornoz a decir sus últimas palabras. “No me encuentro con ánimo”, balbuceó quien fuera uno de los más feroces torturadores bajo el mando de Antonio Bussi. A las 13, los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Jaime Díaz Gavier hicieron público el veredicto: prisión perpetua como autor mediato de los delitos de violación de domicilio, secuestro y homicidio agravado. Albornoz ya fue condenado en 2010 en el juicio a los represores de la jefatura de policía y este año en la causa Romero Niklison. El juicio tenía otros dos imputados: Luciano Menéndez, fuera de juego por problemas de salud, y Bussi, que falleció la semana pasada.
Mariana Tello dijo sentirse “aliviada”, pero aclaró que su lucha continúa. “Esto no termina aquí, porque voy a seguir adelante por los 30 mil desaparecidos, los chicos que fueron quitados a sus padres y entregados a otras familias”, explicó. Lamentó el arresto domiciliario del condenado y recordó que “era un hombre que se sentía dueño de la vida y de la muerte de las personas”. El fiscal Peralta Palma advirtió que “si Albornoz sigue cumpliendo la pena en su casa, el fallo se vuelve irrisorio, simbólico”. “Creemos que se debe acondicionar el lugar de detención acorde con las necesidades médicas, pero debe estar en la cárcel, porque son delitos de lesa humanidad, graves”, reclamó.